Ya llegó la primavera.
Obstinadamente, como todos los años.
Salvo, claro, para aquellos que se encuentran en latitudes bien lejanas.
Pero como ellos no piensan en nosotros, tampoco debiéramos pensar nosotros en ellos. O por lo menos hasta obtener el pasaporte europeo.
Y qué trajo la primavera.
Lo de siempre: solcito, calorcito, florecillas, pajarillos, minifaldas, remeritas apretadas, y, lo más importante de todo, el cachondeoPor cachondeo se entiende guasa, broma, diversión, juerga o jolgorio. Se cree que el origen del término cachondeo parte de aquellos momentos en que los marineros de las almadrabas cruzaban el río Cachón para irse de juerga.
Así que uno nunca queda al margen de la llegada de esta aclamada estación, como de ninguna otra (salvo que uno haya perecido con debida anterioridad), y sufre o goza de su influencia, según lo que le toque en suerte.
Ahí llegamos al punto que me interesa… Porque si bien la naturaleza hizo en mí todo lo posible para que la llegada de la primavera no me sea inadvertida, no me proveyó de los elementos necesarios para poder disfrutar de la misma.
Expresémoslo de otra manera: Y laj minuza', ¿'ende eshtán, eu?… O como diría MundstockLes Luthiers, pelado, barba, voz grave...: ¿Dónde se escuenden? ¿Por qué no se mostran?
No me malinterpreten, no es que me queje… o bien, sí, esto es una queja. Porque de tanta belleza que uno ve deambulando por la calle, uno se pregunta: ¿y la que me toca a mí, cual es? ¿Será que todavía no la encontré, o será que ya la conozco? ¿Y si alguien me la ganó de mano, condenándonos a ambos a vivir un eterno desencuentro plagado de melancolía e infelicidad? ¿Y si está oculta bajo un disfraz demasiado áspero para mis ojos que me impide ver como es en realidad? ¿Y si vive en otra ciudad, provincia, país, continente…? ¿Y si fue devorada por una ballena, o se ató a las vías de un tren, o comió mayonesa en mal estado? ¿Y si se llama Ricardo y está juntando plata para operarse? ¿Y si no nació, o peor, está más para el arpa que la guitarra? ¿Y si somos de clases sociales muy distintas y nunca podremos penetrar uno en el mundo del otro, a no ser para robarle el estéreo? ¿Y si no existe nadie ideal para mí? ¿Y si soy un alma solitaria? ¿Y si cualquiera me viene bien?
Demasiadas preguntas para algo que debería ser bastante más sencillo. Si los animales la hacen fácil, ¿por qué a nosotros los seres humanos, en general, y en particular a mí, que soy bastante parecido a uno, nos cuesta tanto? No veo porqué el hombre tiene que ser la "excepción que confirma la regla" en el reino animal. ¡Que se jodan las amebas, no nosotros!… No lo sé, tal vez sea un sistema de defensa del planeta contra nuestra especie, que lo tiene superpoblado, pobre. En ese caso, se me ocurre, las mujeres serían las abanderadas del mandato natural de "no prolongar tanto" la especie, mediante sus avanzadas tácticas de histeriqueo, ya que si fuera por nosotros los machos… Pensándolo bien, no está tan mal después de todo; si hoy en el mundo hubiera más gente de la que hay, la vida citadina sería mucho más corta aún, porque nos pasaríamos la mitad de ella haciendo cola o empujándonos los unos a los otros en un interminable pogo.
Pero nada de esto debería de impedir que yo disfrute de la primavera. ¡Si total yo no estoy en contra del sexo por placer ni de los métodos anticonceptivos ni de las canitas al aire ni del hoy te quiero mañana lo pienso ni del baile de caño ni de invitar a una amiga ni de las fiestas vale todo ni de los swingers ni del kamasutra ni del voyeurismo ni del fetichismo ni del sadomasoquismo ni de la asfixia ni de la zoo, fito, pedo, teo, necrofilias ni mucho menos!
Está bien, lo admito, no sé si me da para tanto. Mi verdadera quimera es encontrar por vez primera una compañera de primavera, que sea sincera, para nada austera y bastante dicharachera, que no se haga la canchera por lo que lleve en la cartera ni que sea pendenciera como Pepita la pistolera… No es algo tan complicado. Si lo único que pido es que sea única y perfecta y que me ame pura y exclusivamente a mí… sólo eso.
Incluso sin exigir tanto, la búsqueda no deja de ser extenuante. Hay que estar siempre alerta; más allá de todas las frustraciones e intentos fallidos siempre está latente la posibilidad de que esa mujer por la que haríamos cualquier locura, incluso venderle el alma al diablo, aún sin saber que ambas cosas no existen, aparezca en el momento en que uno menos los espera. Por lo tanto, uno no puede quedarse de brazos cruzados; tiene que seguir al acecho, buscando, por lo menos para ayudar un poco a la casualidad. ¿Qué hacer entonces?
¡Más vale! ¡Darle para adelante con la primera que se cruce en el camino! Si hasta la ciencia se basa en prueba y error, ¿por qué no aplicar el mismo método para las cuestiones del corazón? Ya'stá, lo veo clarísimo… Tengo una nueva premisa: "Todas son potables hasta que la realidad me pruebe lo contrario". Por consiguiente todas deben gozar del beneficio de la duda, ¿está clado?
Así que ya saben. Se acabó el muchacho selectivo que espera la ocasión apropiada para hincarle apropiadamente el diente a una muchacha propiamente apropiada. De ahora en más no se salva ninguna.
¡Que se vengan las chicas! No les tengo miedo.